Redes clientelares en Roma, un vicio heredado por el mundo moderno.

Redes clientelares de antiguo.

Sí señor, los romanos nos dejaron un legado cultural, social y tecnológico de aupa. Un idioma que degeneró en media docena de vástagos; un sistema judicial que aún es la base para buena parte de los que aún se utilizan en Europa y América; caminos, acueductos, puentes, monumentos milenarios a los que los turistas acuden como hormigas para hacerse selfies y colgarlos en Facebook.

La herencia latina en nuestro mundo es indiscutible, sí, pero aquellos antepasados nuestros de la legión, el circo y las togas, también dejaron para la posteridad algunos de sus vicios, seguramente sin querer, ejemplos de la imperfección innata del ser humano que perviven como ratas en nuestras cloacas, especialmente en las políticas, y que no copan los libros de historia. Una de estas costumbres poco conocidas, eran las redes clientelares que según se cree se iniciaron desde la misma fundación de Roma en el 753 a. de C., cuando Rómulo quiso entrelazar los intereses de las familias patricias con los de las plebeyas, pero por lo visto el invento se le fue de las manos.

Anfiteatro

Redes clientelares

Una relación clientelar tenía lugar entre los patroni (patrones) y sus cliens (clientes), en la que ambos participantes se apoyaban mutuamente. No se trataba de un contrato mercantil en toda regla, sino de un vínculo basado en la mos maiorum, el código moral del que los romanos de la antigüedad derivaban sus normas sociales, sus modelos de comportamiento, y las prácticas en las esferas privadas, políticas y militares, siempre respetando la estricta jerarquía clasista.

Miembros de casi todas las clases podían ser patroni y clientes, respetando el principio de que el patronus era de una clase superior a su protegido, o de la misma clase, pero más adinerado que su clien, pues, como suele suceder, las redes clientelares iban de dinero.

Tú me rascas, yo te rasco…

Dijéramos que un rico senador, como los de la actualidad, buscaba el apoyo de los ciudadanos. Para ello tenía su primer nivel de clientes, una docena por ejemplo, a los que regalaba con buenas cantidades de dinero. A su vez, estos se convertían en patroni de sus propias redes de clientes, como decía, por lo general de un estrato social inferior, a los que repartían una parte del dinero recibido del senador, que veía aumentar el tamaño de su masa de simpatizantes.

Cada clien de esteredes clientelares en Roma tercer nivel hacía lo mismo, repartiendo cada vez menos dinero a clientes de las categorías inferiores, que se conformaban con los premios menores, llegando hasta los escalafones más bajos de la sociedad, en ocasiones esclavos liberados, libertos, que automáticamente se convertían en cliens del amo que los había emancipado.

Obviamente, las dádivas no eran desinteresadas, sino que cada patronus esperaba que sus propios clientes, y los de estos, le apoyaran en las elecciones y, especialmente, en procesos judiciales, en los que en muchas ocasiones ganaba aquel que tuviese una red de seguidores más amplia.

La relación se extendía a lo militar. Los clientes de un patronus estaban obligados moralmente a acudir a su llamado en caso de guerra, algo así como hacían los vasallos en la Edad Media, y se esperaba que pagaran el rescate de su patronus si este era hecho prisionero.

Más que dinero

A decir verdad, la relación patronus-cliens era algo más que un prosaico contrato mercantil. El patrocinium era considerado casi un nexo familiar entre las dos partes. El cliens formaba parte de la gens (clan) del patrón, y tenía un lugar reservado en las celebraciones de la familia de este, y otro en la sepultura común de dicha gens. Si un Cónsulcliens moría sin herederos, era su patrón, más rico que él, quien heredaba sus bienes.

Los clientes debían escoltar o acompañar a su patrón si este decidía dar un paseo por la ciudad, y, aún más importante, acudir a su llamado cuando aquel tenía una aparición en el foro, mientras más clientes mayor su prestigio y su influencia. No es de extrañar que algunos políticos aprovecharan la tradición de las redes clientelares para fines más prácticos.

A partir del comienzo de la expansión del imperio, un gobernador provincial se auto-otorgaba el título de patronus de dicho territorio, y todos sus habitantes sus clientes, a los que debía proteger, pero quienes le debían respeto y apoyo. César Augusto llevó las cosas aún más lejos, viéndose asimismo como el patrón de todos los romanos.

De lo más normal

Por cierto, de discreción nada, pues la práctica era aceptada sin el más mínimo resquicio de vergüenza. Una mañana cualquiera en la Ciudad Eterna, podía verse a los clientes corriendo a casa de sus patroni para saludarlos, el salutatio matutina, recibir el dinero o regalo (a menudo en una cesta, el origen de nuestras cestas navideñas), la sportula, para luego volver a sus casas y repartir parte de lo recibido a sus propios clientes.

De esto vivían muchos de los ciudadanos de Roma, gente que nunca trabajó, pero que se beneficiaba de esta forma de “estado del bienestar” con la única condición de apoyar  social, política y legalmente a sus patroni.

¿Os suena? A mí sí, y no puedo dejar de pensar en los partidos políticos actuales, cuyos dirigentes se encargan de repartir prebendas y dineros a los escalafones partidistas menores para recibir su apoyo, y su voto. La única diferencia es que las riquezas que repartían los patroni romanos provenían, técnicamente, de sus cuentas personales, y no de las arcas del estado.

Y recuerda, no te creas todo lo que digo, y no porque yo mienta, sino porque puedo equivocarme y porque mi intención no es convencer, sino estimular el estudio de la historia. Investiga, comprueba, lee y saca tus propias conclusiones, y si quieres, compártelas con nosotros en los comentarios.

23 thoughts on “Redes clientelares en Roma, un vicio heredado por el mundo moderno.

  1. Pues sí, debemos mucho a los romanos, dejaron huellas por doquier de las cuales hemos aprendido mucho… incluso -dicho de otra manera- los sobres que se dan bajo mano (en inglés «under the table») y no faltan los «chaqueteros, y lame cu…», que le haremos, el mundo aprende mucho de nuestros antepasados. lo bueno pero quizás más lo malo.
    Como siempre estupendo,
    Beso de la que intenta aprender lo bueno…

    • Buenos días amiga,
      nuestro mundo actual ha bebido de todas las culturas que nos precedieron, tanto en lo bueno como en lo malo. Creo también que el vicio de algunos de aprovecharse de otros es una característica innata de los humanos, y que probablemente no deberíamos culpar a los romanos de la costumbre objeto de esta entrada.
      Bien dices que nunca faltan los «chaqueteros y lame cu…», y nuestra única solución para ellos es el oprobio y la ley.
      Muchas gracias querida Rosa por acordarte de este humilde autor a estas horas.
      te deseo el mejor de los días y te mando un beso sin corromper.

  2. Hola Jesús,
    pues sí, se le fue un poco de las manos a Rómulo. Me recuerda mucho al sistema piramidal de algunos timos actuales. De todas formas creo que son muchas más las cosas positivas que heredamos de los romanos que negativas.
    Un abrazo

    • Hola Francisco,
      en realidad, creo que el clientelismo es una característica propia del ser humano. Todos buscamos quienes nos apoyen y nosotros apoyamos a otros, y no siempre por altruismo. El «Mérito» de los romanos es que ellos lo tenían muy bien organizado, y como muchas otras cosas, heredamos esa tradición.
      En todo caso, estoy de acuerdo contigo en que nos dejaron muchas más cosas buenas que malas, y nuestro mundo, bueno o malo, no sería lo mismo sin ellos.
      Muchas gracias por tu comentario.
      Un abrazo.

  3. En pocas palabras: que no tenemos remedio ¿no? Y además vamos a peor: los «patronus» cada vez más «listos» y los «cliens» más «agilipollaos». ¡Vaya tropa!
    Habrá que encontrar la manera de hacer algo mejor.
    Un abrazo

    • Hola Grojol,
      nuestra herencia romana es inapelable, y dudo mucho que cambiemos en el futuro cercano. Los humanos somos así, qué le vamos a hacer? Eso sí, si se te ocurre alguna solución, no dejes de compartirla…
      Un abrazo.

  4. En realidad el sistema clientelar también tiene sus lados positivos. Si un particular se acerca a la administración a pedir algo, los señores funcionarios le atienden de muy distinta manera si va de la mano de un político que si va por si solo. Y bien pudiera ser que tuviera perfecto derecho a lo que fuera. Pero para el beneficiado va a ser gracias a la ayuda del político.

    • Perdón por la pregunta, pero ¿Por qué pone que mi comentario está pendiente de aprobación? ¿Lo pueden ver otros comentaristas?

      • Hola Dani,
        sinceramente no sé cómo responder a tu pregunta, preguntaré a WP. Aunque puede ser que me haya tardado en responder a tu mensaje, lo que suele suceder entre semana pues no teno ni un minuto libre. Ahora reviso.
        Gracias por avisar.

    • Hola Dani,

      sinceramente no le veo nada positivo al sistema clientelar, aunque me imagino que tu comentario es sarcástico…;)
      Muchas gracias y un cordial saludo.

  5. Ay… qué exagerado… pero si actualmente no pasa… Nuestros políticos tan honestos, tan derechos, tan desinteresados… De verdad, esa práctica ni existe…

    (FAVOR DE LEER EN TONO SARCÁSTICO)

    Sí, los romanos la inventaron, pero los Priistas (En México) la han perfeccionado de un modo que podrían re-patentar la idea.

    Saludos.

    • Jeje, sarcástico, pero muy real. No hemos cambiado nada en este aspecto Francisco, algunos siguen aprovechándose de otros para no dar un palo, y los demás se lo permitimos.
      Hasta cuándo? no lo sé, pero ya es hora de una limpia…
      Un abrazo.

  6. Pues en México las redes clientelares llegaron para quedarse, no conozco ninguna organización que no recurra a estas prácticas. Desde los impresentables partidos políticos hasta las organizaciones «ciudadanas». Gracias por la información me ha sido muy útil.

    • En México, en España y en todo el mundo amiga Ángeles, una triste costumbre humana que creo nos acompañará por mucho tiempo. Siempre hay un listillo que quiere aprovecharse del prójimo.
      Muchas gracias a tí por leerme y comentar. Un cordial saludo para mi tierra natal.

  7. Uno de los artículos tuyos, que aplicados a la actualidad, no dejan de asombrar la similitud.. Mirá de donde venía el caudillo, el que se llevaba en tropilla a votar por él a la peonada, de donde viene el amiguismo, los círculos de poder, el sentirse perteneciente a un lider.!
    Buenísimo..
    Un abrazo y hasta pronto.

    • Hola Stella,
      desgraciadamente, el tema de esta entrada está muy de actualidad. Los romanos nos legaron muchas cosas buenas, pero también muchos vicios que aún perduran. Eso sí, tengo la esperanza de que algún día cambiemos, porque si no lo hacemos, no tenemos futuro.
      P.D. te debo una respuesta a tu correo, y me disculpo por ello, han sido unas semanas enormemente ocupadas en el trabajo, pero no me olvido de tí.
      Muchas gracias por comentar. Un besín y hasta pronto…

  8. Y lo malo es que lo tenemos asumido, este tipo de cosas nos parecen muy normales.

    Yo de los romanos siempre prefiero quedarme con su mayor legado, los calamares a la romana 🙂

    Abrazos mozo.

    • Tienes razón Dess, lo peor es que ya lo tenemos asumido como parte integral de nuestras culturas. Pero no te preocupes, hay esperanza, se llama guillotina…:P

  9. Suena muy interesante. ¿Es una hipótesis propia o existe alguna fuente que describa esa realidad organizacional del mundo romano con ese detalle; y, existe algún estudio histórico documentado que ligue esa práctica en roma con el clientelismo de los países latinos? Me gustaría leer más sobre el asunto.

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