Probablemente el hombre más afortunado de la Segunda Guerra Mundial.

Puede parecer algo extraño considerar afortunado a alguien que participó en el conflicto más sangriento de la historia, tanto, que en verdad me costó mucho trabajo convencerme a mí mismo de la idoneidad del adjetivo en cuestión, pero una vez que conocí a fondo la biografía de Alistair Urquhart, no pude dejar de pensar que, a pesar de sufrir grandes penalidades, a pesar de perder cinco años de su vida y de ser testigo y víctima de enormes injusticias, este inefable soldado escocés tuvo mucha suerte. Si no me lo creéis, echadle un ojo a este relato de resistencia, entereza y fe, la historia de un hombre que simplemente se resistió a morir.

Alistair Urquhart

Recluta

Como muchos jóvenes de su generación, Alistair fue reclutado con 19 años por el Ejército Británico al inicio de la Segunda Guerra Mundial y asignado al regimiento de infantería de los Gordon Highlanders, una unidad tradicional escocesa, su destino, el Fuerte Canning en AU jovenSingapur, entonces una colonia británica y un punto estratégico en la región.

Hasta aquí todo normal, pues la misma suerte corrieron millones de hombres más de diferentes nacionalidades, pero el calvario de nuestro amigo no tardaría en comenzar. La ofensiva japonesa en el Pacífico iniciada con el ataque a Pearl Harbour en diciembre de 1941, avanzó casi sin oposición en las primeras semanas. Al día siguiente de la traicionera agresión en Hawaii, el 25º Ejército Japonés entró en Indochina y para finales de ese mes ya controlaba buena parte de la Península Malaya, desde donde comenzó los bombardeos de Singapur.

Gran Bretaña por aquel entonces tenía las manos llenas contra los nazis en Europa y poco pudo hacer para detener el avance nipón y, aunque sus defensores se distinguieron por su valentía, Singapur terminó rindiéndose el 15 de febrero. Entre ellos se encontraba Alistair Urquhart, que fue hecho prisionero de guerra y enviado a trabajar en la construcción del Ferrocarril de Birmania.

El Tren de la Muerte

Dicha línea ferroviaria fue ordenada por los japoneses entre Bangkok, Tailandia y Rangún, Birmania (hoy Myanmar) para facilitar su control del sudeste asiático, el mismo que inspiró la exitosa película “El Puente Sobre el Río Kwai”.  180.000 civiles laying_sections_of_track_onnativos fueron forzados a trabajar en su construcción.

Sólo la mitad sobrevivió a las terribles condiciones aplicadas por los japoneses y sus aliados coreanos, equiparables a las encontradas en los campos de concentración nazi, maltrato, enfermedad y malnutrición, y compartidas por los 60.000 prisioneros de guerra occidentales, en su mayoría británicos y ciudadanos de la Mancomunidad.

Alistair, a pesar de haber sufrido del cólera y ser torturado por sus captores, no estaba entre los más de 12.500 aliados que perecieron durante la construcción del llamado “Ferrocarril de la Muerte”. Una vez terminada la obra dos años después, el joven soldado Urquhart fue embarcado en el Kachidoki Maru, un antiguo barco de pasajeros norteamericano capturado, rebautizado por los japoneses y utilizado como transporte de prisioneros.

Condiciones penosas

Si las condiciones en el campo de Birmania eran peor que malas, lo que aquellos hombres sufrieron en el barco llevó la maldad hasta los límites. Sin comida ni agua, sin ventanas, sin luz, apretujados como sardinas en las galeras de los llamados “barcos del infierno” en los que incluso se dieron casos de canibalismo.

Para entonces, las tornas de la guerra habían cambiado y los japoneses se vieron forzados a transportar a prisioneros de guerra a su país para que suplieran a los hombres que estaban siendo reclutados, pero ni Alistair ni sus compañeros en el martirio lo sabían, y creían que la intención de sus captores era hundir el barco con su carga humana y así deshacerse El afortunado Uruhartde ella a un bajo coste, y sin dejar pruebas. Por ello, cuando una fuerte explosión sacudió al Kachidoki Maru, sus pasajeros pensaron que había llegado el fin.

No obstante, fue un submarino norteamericano, el USS Pampanito, cuyo comandante ignoraba la carga del Kachidoki, el que lo había torpedeado. La nave se fue a pique en 15 minutos, pero Alistair, aunque sufrió quemaduras en el mar de petróleo en el que cayó, encontró milagrosamente una pequeña balsa a la que pudo encaramarse y alejarse del lugar de la tragedia.

Algunos de sus compañeros fueron recogidos por barcos amigos, pero él navegó a la deriva sin agua, sin comida y sin esperanza durante cinco días, hasta que un ballenero japonés lo recogió y lo entregó a las autoridades militares.

Minero

En septiembre de 1944 el destino del afortunado soldado Urquhart le llevó a trabajar a las minas de carbón de la compañía minera Aso, donde permaneció algunos meses antes de ser trasladado a un campo de trabajos forzados a diez kilómetros de la ciudad de Nagasaki. La mañana del 9 de agosto de 1945, mientras regaba unas plantas de H21tomate con el contenido proveniente de las letrinas japonesas,

Alistair fue golpeado por una ola de viento ardiente que le derribó y dejó inconsciente por unos minutos. Al reaccionar observó que una gigantesca columna de humo se levantaba sobre la ciudad cercana, y pensó, como muchos otros en el campo, que se debía a la explosión de un almacén de explosivos.

Sólo cuando soldados norteamericanos le liberaron algunas semanas después, se enteró que el “hongo” fue el resultado de la segunda bomba atómica lanzada sobre el Japón. La guerra había terminado.

El soldado más afortunado

De vuelta en casa, Alistair se casó y formó una familia y construyó una exitosa carrera como empresario, pero ni siquiera su esposa conoció el alcance de sus experiencias, pues el gobierno británico le había prohibido hablar de ello. Todo ello cambió en el 2010, cuando a la edad de 91 años, ya viudo, el asoldado afortunado decidió desobedecer la orden de 70 años atrás y publicar sus memorias en el libro El Highlander Olvidado.

Actualmente se dedica a enseñar el uso de ordenadores a los jubilados de su comunidad y asiste todos los lunes a bailes de salón en la localidad de Broughty Ferry, Escocia. Alistair Urquhart bien puede ser considerado el hombre más afortunado de la Segunda Guerra Mundial. Había sufrido encarcelamiento, enfermedad, tortura, sensación de abandono, pero a pesar del sufrimiento y de las penurias, había sobrevivido a todo, y pocos en su condición vivieron para contarlo.

19 thoughts on “Probablemente el hombre más afortunado de la Segunda Guerra Mundial.

  1. Bonito relato; intentaré hecerme con el libro «El Highlander Olvidado»

    • Muchas gracias Abel, yo lo tengo en inglés, pero ignoro si existe una versión española, espero que sí.
      Muchas gracias por tu comentario.
      Un cordial saludo.

  2. Hola Jesús,
    pues supera el guión de muchas películas sobre la SGM. Si medimos la suerte, por haber sobrevivido a tantas penurias y salir con vida tras estar tan cerca de la muerte, sí, pienso que fue un hombre afortunado.
    Un abrazo

    • Buenos días Francisco,
      pues la verdad es que, a pesar de que he estudiado esta historia durante mucho tiempo, no se me ocurrió lo obvio, y es que como bien dices, puede ser un gran guión para una película!
      Yo también creo que Urquhart fue muy afortunado. Es verdad que sufrió mucho, pero como el mismo dice, sus experiencias le hicieron más fuerte y le enseñaron a apreciar aún más la vida, algo que no todos consiguen. En todo caso, es un personaje cuya vida es un ejemplo de resistencia y triunfo sobre la maldad, y eso eslo que más me gustó.
      Muchas gracias por comentar. te mando un fuerte abrazo.

  3. ¿NO sería familiar de Major General Roy Urquhart (O. Market Garden)?

  4. Gran resistencia y suerte la de este hombre para poder contar lo vivido. Siendo tan inhumano lo vivido.
    Saludos Jesús.

    • Hola Maribel,
      en verdad que este hombre es un gran ejemplo de lo que puede hacer el ser humano. Una historia de horror mezclada con esperanza, sufrimiento culminado con la victoria. Una experiencia que pocos humanos seríamos capaces de aguantar…
      Muchas gracias por comentar.
      Feliz domingo!

  5. Tenemos la costumbre de decir «buena suerte» quien como este hombre digno de pena-admiración, salió con vida de tantísimos desastres. Las guerras son -no es mi primer comentario sobre ellas- grandes plagas de la humanidad, yo más bien creo que tuvo gran valentía en sobrevivir a tantos desastres y vivir (si se le puede decir así) peor que un animal y eso sí, tuvo la suerte de casarse y llevar una vida normal ganada con mucho esfuerzo. Para mi la «suerte» es que toque un buen puñado de € en la primitiva…sin haber jugado… jejeje…
    Un buen abrazo…

    • Hola Rosa,
      la suerte me parece algo subjetivo, y como tal, depende de la persona que la sufra o disfrute. Alistair sufrió mucho, pero tuvo la capacidad para dejar de un lado su sufrimiento para seguir adelante con su vida, fijándose en las cosas buenas que el mundo nos ofrece. Es un gran hombre, pues todavía vive, y él se considera afortunado, con eso me quedo.
      Por cierto, preferiría no compraras más billetes de lotería, pues reduces mis posibilidades. Y no te preocupes, que si me la gano yo, te invito a unos cuantos viajes y a todos los helados que quieras…
      Un besín afortunado.

  6. Más allá de toda resistencia y fortaleza que tuvo este hombre, yo aportaría que estaba la mano de Dios, creo que sólo él decide hasta cuando. Excelente historia de vida.

  7. El articulo esta muy bien pero creo que decir que los coreanos eran aliados de los japoneses cuando estaban ocupados por estos… No se, pregunta a las mujeres coreanas que fueron usadas como esclavas sexuales por los militares japoneses si los consideraban sus aliados.

    • Hola Gaskas,
      tienes razón en llamarme la atención a mi comentario. Es verdad que los japoneses habían ocupado Corea, pero los puse como aliados porque muchas de las tropas que estaban en Birmania eran precisamente de ese país. No sé hasta qué punto eran voluntarios o fueron obligados, probablemente una mezcla de ambos.
      Muchas gracias por tu amable comentario. Un cordial saludo.

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